martes, 19 de mayo de 2009


MAESTRA CATEQUISTA DE LOS INDIOS
Su profesión de maestra la llevó por varias poblaciones de Antioquia y luego al Colegio de La Inmaculada en Medellín. En su magisterio no se contenta con el saber humano sino que expone magistralmente la doctrina del Evangelio. Forma con la palabra y el ejemplo el corazón de sus discípulas, en el amor a la Eucaristía y en los valores cristianos. En un momento de su trayectoria como maestra, se siente llamada a realizar lo que ella llamaba “la Obra de los indios”: En 1907 estando en la población de Marinilla, escribe: “me vi en Dios y como que me arropaba con su paternidad haciéndome madre, del modo más intenso, de los infieles. Me dolían como verdaderos hijos”. Este fuego de amor la impulsa a un trabajo heroico al servicio de los indígenas de las selvas de América.
Busca recursos humanos, fomenta el celo misionero entre sus discípulas, escoge cinco compañeras a quienes prende el fuego apostólico de su propia alma. Aceptando de antemano los sacrificios, humillaciones, pruebas y contradicciones que se ven venir, acompañadas por su madre Doloritas Upegui, el grupo de “Misioneras catequistas de los indios” sale de Medellín hacia Dabeiba el 5 de Mayo de 1914. Parten hacia lo desconocido, para abrirse paso en la tupida selva. Van, no con la fuerza de las armas, sino con la debilidad femenina apoyada en el Crucifijo y sostenida por un gran amor a María la Madre y Maestra de esta Obra misionera. “Ella, la Señora Inmaculada me atrajo de tal modo, que ya me es imposible pensar siquiera en que no sea Ella como el centro de mi vida”. La celda carmelitana, objeto de sus ansias en el tiempo de su juventud, le pareció demasiado fría ante aquellas selvas pobladas de seres humanos sumidos en la infidelidad, pero amados tiernamente por Dios. “Siento la suprema impotencia de mi nada y el supremo dolor de verte desconocido, como un peso que me agobia”.
Comprende la dignidad humana y la vocación divina del indígena. Quiere insertarse en su cultura, vivir como ellos en pobreza, sencillez y humildad y de esta manera derribar el muro de discriminación racial que mantenían algunos líderes civiles y religiosos de su tiempo. La solidez de su virtud fue probada y purificada por la incomprensión y el desprecio de los que la rodeaban, por los prejuicios y las acusaciones de algunos prelados de la iglesia que no comprendieron en su momento, aquel estilo de ser “religiosas cabras”, según su expresión, llevadas por el anhelo de extender la fe y el conocimiento de Dios hasta los más remotos e inaccesibles lugares, brindando una catequesis vivencial del Evangelio. Su Obra misionera rompió esquemas, para lanzar a la mujer como misionera en la vanguardia de la evangelización en América latina. El quemante “SITIO”- Tengo sed- de Cristo en la Cruz , la impulsa a saciar esta sed del crucificado :”¡Cuánta sed tengo! ¡Sed de saciar la vuestra Señor! Al comulgar nos hemos juntado dos sedientos: Vos de la gloria de vuestro Padre y yo de la de vuestro corazón Eucarístico! Vos de venir a mí, y yo de ir a Vos”
Mujer de avanzada, elige como celda la selva enmarañada y como sagrario la naturaleza andina, los bosques y cañadas, la exuberante vegetación en donde encuentra a Dios. Escribe a las Hermanas: ”No tienen sagrario pero tienen naturaleza; aunque la presencia de Dios es distinta, en las dos partes está y el amor debe saber buscarlo y hallarlo en donde quiera que se encuentre.”
Redacta para ellas las “Voces Místicas”, inspirada en la contemplación de la naturaleza, y otros libros como el Directorio o guía de perfección, que ayudan a las Hermanas a vivir en armonía entre la vida apostólica y la contemplativa. Su Autobiografía es su obra cumbre, libro de confidencias íntimas, experiencia de sus angustias, desolaciones e ideales, vibraciones de su alma al contacto con la divinidad, vivencias de su lucha titánica por llevar a cabo su vocación misionera. Allí muestra su “pedagogía del amor”, pedagogía acomodada a la mente del indígena, que le permite adentrarse en la cultura y el corazón del indio y del negro de nuestro continente.
La Madre Laura centra su Eclesiología en el amor y la obediencia a la Iglesia. Vive para la Iglesia a quien ama entrañablemente, y para extender sus fronteras no mide dificultades, sacrificios, humillaciones y calumnias.
Esta infatigable misionera, pasó nueve años en silla de ruedas sin dejar su apostolado de la palabra y de la pluma. Después de una larga y penosa agonía, murió en Medellín el 21 de octubre de 1949. A su muerte dejó extendida su Congregación de Misioneras en 90 casas distribuidas en tres países, con un número de 467 religiosas. En la actualidad las Misioneras trabajan en 19 países distribuidas en América, África y Europa.
Por todo lo que vivió hizo y significo la Madre Laura en su época y por todo lo que seguirá significando para la sociedad, la Congregación y la Iglesia, hoy la Congregación por ella fundada se llena de alegría al ver concretizado y culminado su proceso de Beatificación, abierto el 4 de julio de 1963, en la capilla de la Curia Arquidiocesana de Medellín, en el cual se nombró el tribunal eclesiástico para buscar diligentemente los escritos de la Sierva de Dios Laura Montoya Upegui, instruir el proceso informativo sobre su fama de santidad, virtudes en general y posibles milagros realizados por la Sierva de Dios. Hoy este proceso que duro cuarenta años ha llegado a su culminación, cuando en Roma el pasado 7 de julio, en la sala Clementina, SS. Juan Pablo II, en presencia de los miembros de la Congregación para las Causas de los Santos y de los Postuladores de las respectivas causas, promulgo el decreto de beatificación de la Madre Laura Montoya Upegui.
Obras y legados
Asistida por monseñor Maximiliano Crespo, obispo de Santa Fe de Antioquia, fundó en 1914 en Dabeiba, una comunidad religiosa llamada Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena. Con esta fundación, la Madre Laura, quizá sin comprenderlo ella misma, rompió muchos moldes y paradigmas en boga que eran probadamente insuficientes para llevar a cabo su ideal misionero; sólo rompiendo los convencionalismos, lograron abrir un espacio a la mujer, permitiéndole realizar tareas que hasta entonces estaban reservadas a los hombres. Las Misioneras de la Madre Laura, como se conoce popularmente a la congregación que fundó, se encuentran hoy trabajando en por lo menos diecinueve países. También fundo el Colegio MADRE LAURA en Medellín, Antioqu
Biografía
La Madre Laura nació en Jericó, Antioquia, Colombia, en 1874. Falleció en Medellín, en 1949. Hija de don Juan de la Cruz Montoya y doña Dolores Upegui. Su padre murió asesinado. Le correspondió vivir una difícil niñez y juventud. Tras muchos esfuerzos llega a ser una erudita en su tiempo.
En 1893 se graduó como maestra. Profesora y pedagoga notoria, se dedicó a formar juventudes dentro de la fe cristiana y católica. A la edad de 30 años, siendo subdirectora de un colegio de niñas de familias de ingresos altos en Medellín, decidió trasladarse a Dabeiba (Antioquia) para trabajar con los indígenas Embera Chamí y desde entonces el resto de su vida al apostolado y las misiones. Practicó igualmente la literatura, escribiendo muy castizamente con un estilo comprensible y atractivo. Cultivó también, mientras desarrollaba su carrera pedagógica, la mística profunda y la oración contemplativa.

mision

La Institucion Educativa Madre Lauraes una institucion educativa de caracter estatal , inspirada en los principios cristianos, con la espiritualidad Laurista. Asume desde la educacion, un compromiso evangelico con la sociedad, la vida y la cultura. Acompana y orienta a la Comunidad Educativa en su proceso de formacion integral en valores humano-cristianos desde lo etico-religioso, cientifico-tecnologico, y humanistico-social. Trabaja en la construccion de una sociedad alternativa donde se valore y se experimente el amor a la vida, la justicia y la paz.


vision
La Institucion Educativa Madre Laura, hasta el ano 2010 se proyecta como una institucion lider en el desarrollo y formacion integral de la persona, mediante procesos educativos, formativos y culturales que permitan el reconocimiento de un ser humano identificado con su entorno social y cultural, capaz de transformar la realidad desde el conocimiento etico, religioso, cientifico, tecnologico, humano y social; inspirados en el Evangelio, como soporte de la convivencia pacifica en la sociedad.
principios filosoficos
La Institucion Educativa Madre Laura es una comunidad educativa catolica en proyeccion pastoral, se inspira en el evangelio para la formacion integral de sus educandos, mediante la academia, la investigacion,la defensa por la vida, los principios democraticos y participativos, el respeto por la diferencia y la justicia social, construyendo asi una comunidad que sea capaz de transformar la realidad social, cultural y circundante. Mediante un proceso personalizante y comunitario busca la realidad del hombre llegando a una disciplina de conviccion que oriente el proceso de socializacion a traves de un clima de convivencia armonica entre los distintos estamentos, transformando asi la realidad por medio del dialogo, el compartir y el amor a Dios y a sus semejantes. La Institucion creada con la filosofia de la comunidad de Misioneras de la Madre Laura, tiene la responsabilidad de servir a las personas mas necesitadas del sector, permitiendo el acceso a quienes deseosos de una buena educacion cristiana catolica, con las actitudes axigidas por el establecimiento, quieran ingresar a ella.